Las siembras de principios de otoño le permiten a la planta de alfalfa un desarrollo equilibrado entre la parte aérea y las raíces, ya que la alta temperatura del verano previo aumenta la del suelo, favoreciendo la germinación y el desarrollo del sistema radicular, antes de las heladas intensas. A su vez el aire más caliente y el largo de los días otoñales hacen que también la parte aérea se desarrolle adecuadamente y en relación con la raíz.

En el caso de las siembras de fines de invierno-principios de primavera, todo lo anteriormente indicado no es válido. En primer lugar, la implantación se lleva a cabo en un suelo frío, ya que viene del invierno y por lo tanto la germinación es más lenta. Por otro lado, una vez emergidas las plántulas, las condiciones primaverales, de aire más cálido y mayor longitud del día, favorecen más el crecimiento de los tallos y la tasa de expansión de las hojas, reduciendo el crecimiento radicular, lo que desbalancea el desarrollo proporcional de la planta. En general, las consultas sobre establecimientos de fines de invierno surgen de no haber podido sembrar en la fecha apta para las pasturas, que es el otoño temprano, por algún factor climático (sequía o excesos hídricos) o por un retraso en la rotación de cultivos antecesores. En este contexto, es importante recordar que las implantaciones primaverales son más riesgosas que las otoñales, por lo que a continuación se brindan una serie de sugerencias, que el productor y/ o asesor podrán tener en cuenta, a fin de disminuir el margen de azar, en una inversión tan importante como es el establecimiento de una pastura perenne de alfalfa pura o asociada.

La época adecuada de implantación para cualquier forrajera está definida por la temperatura, la humedad y la heliofanía (horas de sol). En el caso particular de alfalfa, la germinación se da en un amplio rango que va de los 5º a 35º C, con un óptimo entre 19º y 25º C. A partir de la emergencia, el desarrollo de las plántulas es óptimo entre 19º-25º C y mínimo entre 5º y 10º C. En consecuencia, las implantaciones de principios de otoño son las más adecuadas para que la planta cumpla con las etapas, que van de germinación a primera hoja trifoliada, sin mayores problemas. El período entre la presencia de los dos cotiledones hasta la hoja unifoliada es el de mayor sensibilidad al frío intenso y su tolerancia se incrementa con el contenido de carbohidratos disponibles en las raíces. Por eso, las implantaciones tempranas de otoño, segunda quincena de marzo y principios de abril, posibilitan a la planta llegar a las primeras heladas con suficiente cantidad de reservas y habiendo superado el estado de plántula. En contraposición, las tardías, a partir de mediados de mayo, son más peligrosas, dado que la emergencia y el posterior desarrollo de la plántula se harán con temperaturas cercanas al mínimo, pudiendo llegar al período de heladas con un estado de desarrollo insuficiente. Además, en la región pampeana entre mayo y setiembre es un período normalmente de bajas precipitaciones, lo que haría que también el suelo esté seco. La combinación de suelo frío y escasa humedad en años normales, retrasan las etapas de germinación y emergencia. En el caso de años con excesos hídricos, que suelen darse, la combinación de suelo frío con un alto contenido de humedad favorecen la proliferación de enfermedades, en especial la conocida como “podredumbre de las plántulas” o damping-off, causada por los hongos: Pythium spp y Phytophthora megasperma f. sp. medicaginis, este último agente causal de la “podredumbre húmeda de la raíz” o “fitóftora”. El uso de fungicidas sistémicos en la semilla contribuye a controlar estas enfermedades.

Otro factor que limita el establecimiento primaveral es la mayor presión de malezas agresivas, respecto de la implantación de otoño. Obviamente, el conjunto de especies de ciclo primavero-estival es distinto a las que emergen en marzo-abril. En este sentido, el productor debe estar atento a la aparición de malezas en el lote y proceder, cuando fuera necesario, a las aplicaciones tempranas de herbicidas apropiados y dentro de lo que se denomina “período crítico de competencia: 45-90 días” teniendo en cuenta, la aparición más frecuente de especies tolerantes a los agroquímicos comunes. Si a fines de invierno hay altos niveles de humedad, es probable que la presión ejercida por los pulgones y los trips durante el establecimiento tenga menos intensidad que en un otoño-invierno seco.

En síntesis, se sugiere tener en cuenta lo siguiente: las siembras de fines de invierno-primavera son más riesgosas que las otoñales, tanto por condiciones ambientales como por mayores problemas que suelen ocasionar las malezas. De sembrar en primavera, hacerlo lo más temprano que sea posible, para posibilitar un mejor desarrollo de las plantas antes de las altas temperaturas de fines de primavera y verano. Esto fue demostrado en experimentos con alfalfa con latencia invernal (grupo de reposo invernal 5), aunque en latitudes mayores, en Nueva Zelanda. Falta más información de investigación con alfalfas sin latencia, en las menores latitudes de la región pampeana argentina. Por otro lado, se debe tener en cuenta también la fecha promedio de la última helada para evitar pérdida de plántulas por fríos intensos. Aumentar la densidad de siembra es una práctica recomendable para compensar la posible pérdida de plantas por heladas tardías o especies más adaptadas, como cebadilla criolla, en las mezclas sembradas a las condiciones ambientales y alcanzar un número adecuado de plantas.m-2 para una alta producción de pasto. Prestar atención a la aparición de diferentes especies espontáneas primavero-estivales, a fin de proceder a un control temprano y adecuado.

Las secuencias anuales de soja para ensilaje seguida por los verdeos invernales tienen una producción de forraje y de proteína bruta equivalente a la alfalfa, lo cual permite realizar dos cultivos antes del establecimiento de la leguminosa en la fecha óptima, si el problema es tener forraje rápido en primavera-verano y el invierno siguiente. Teniendo en cuenta esta última alternativa, esto permite salir del paso y lograr un antecesor adecuado para la implantación de la pastura en tiempo y forma, que sin lugar a dudas es el otoño temprano.

 ING. AGR. Oscar Bertín

 

 

Bibliografía:

BERTÍN, O. D.; CAMARASA, J. N.; BARLETTA, P.; PACENTE, E.; MATTERA, J. y BERIBE, M. J. 2019. Secuencias de cultivos anuales y pastura perenne para forraje en un suelo agrícola degradado. RIA (en prensa, pedir información al autor)

JÁUREGUI, J. M.; MILLS, A.; BLACK, D. B. S.; WIGLEY, K.; RIDGWAY, H. and MOOT, D. J. 2018. Shoot and root biomass of lucerne (Medicago sativa L.) were affected by sowing dates and inoculation treatments. Procc. 2º World Alfalfa Congress. Global Interaction for Alfalfa Innovation. Córdoba. Argentina. November 11-14. 2018. pp 198
MAS INFO

ROMERO, N. A., JUAN, N. A. y ROMERO, L. A. 1995. Establecimiento de la alfalfa en la región pampeana. En: La alfalfa en la Argentina. Hijano, E. y Navarro A. (eds). , Cap 2. pp 21-36. Mendoza (AR): INTA. Centro Regional Cuyo. Agro de Cuyo. Manuales 11. ISSN 0327-3377.

ROMERO, L. y ARONNA, S. 2004. Siembra de pasturas en primavera
MAS INFO

SIM, R.E.; MOOT, D.J.; BROWN, H.E. and TEIXEIRA. E. I. 2015. Sowing date affected shoot and root biomass accumulation of lucerne during establishment and subsequent regrowth season. Europ. J. Agronomy 68: 69-77