Los vegetales se componen de tres elementos fundamentales: carbono (C), hidrógeno (H) y oxígeno (O). Las plantas obtienen tanto el C como el O del aire por fotosíntesis (fijación del anhídrido carbónico o dióxido de carbono (CO2), mientras que el H procede del agua por diferentes vías. El crecimiento no está limitado por C, H y O, salvo circunstancias excepcionales, como pueden ser: sequías intensas, temperaturas bajas extremas, tierras anómalas o enfermedades.
Los compuestos químicos esenciales que requieren las plantas del entorno edáfico, y las especies forrajeras en particular, son: macros primarios: nitrógeno (N), potasio (K) y fósforo (P); macro secundarios: calcio (Ca), magnesio (Mg) y azufre (S), y micronutrientes: hierro (Fe), zinc (Zn), cobre (Cu), manganeso (Mn), boro (B), selenio (Se), níquel (Ni), cloro (Cl) y molibdeno (Mo), a los que se le suma el cobalto (Co) para las leguminosas. Este último no es considerado esencial para las forrajeras, excepto las crucíferas, pero sí para la asociación simbiótica Rhizobium/leguminosa que permite la fijación del N. El sodio (Na), básico para las plantas halófitas (que crecen en suelos salinos) y ciertas C4 (especies megatérmicas o tropicales), suele no ser limitante y es común que este en exceso en ambientes ganaderos de climas templados. Los micro se necesitan en cantidades mínimas comparado con los macronutrientes, lo cual no significa que en determinadas circunstancias no haya deficiencias. Sólo una pequeña parte de cada nutrimento presente en la rizósfera se encuentra disponible para las plantas. El resto (98%) aparece en formas no asimilables, es decir, se halla muy ligado a la fracción mineral y a la materia orgánica (MO), resultando inaccesible mientras no se vea afectado por los procesos de desplazamiento y/o descomposición. Éstas ocurren de manera lenta, durante largos períodos y los compuestos son liberados de modo gradual.
Los iones de mayor importancia con relación al crecimiento de las especies son: Ca ++, Mg++, K+, amonio (NH4+), Na++ e hidrógeno (H+). Los primeros cuatro se encuentran involucrados en forma directa con el crecimiento de las plantas y son los cationes que definen la capacidad de intercambio catiónico (CIC). Los valores normales para la CIC dependen de las arcillas y la MO. La saturación con Ca++, Mg++ y K+ que presenta un suelo en su CIC es otra de las determinaciones importantes para definir la fertilidad química. Un porcentaje adecuado de saturación debería contar para considerarse equilibrado con: 65 % de Ca, 10 % de Mg, 8 % de K y 15% de H, con el 3% restante repartido entre: Fe, Mn, Na, Cu y Zn.
El Na+ y el H+ tienen un pronunciado efecto en la disponibilidad de los restantes elementos y del agua. En los ambientes edáficos ácidos de la región pampeana, una gran parte de los iones son H+ y en muchos alcalinos son Na+.
Son habituales las consultas sobre los valores de los principales elementos que deben tener los lotes con respecto a la siembra de pasturas perennes (PP) y verdeos de invierno (VI). Sin embargo, los laboratorios de análisis están habituados a suministrar las recomendaciones en función de los requerimientos de los principales cultivos agrícolas, referidos a condiciones de suelos clases I, II, III y a lo sumo IV, por capacidad de uso. Lo cual es lógico, dado que la demanda de este tipo de información es mucho más usual para estas situaciones. Algunos pastos tienen una adaptación mucho más amplia, incluyendo los clases V, VI y VII por capacidad de uso. En PP y VI es menos frecuente que la decisión de implantar distintas especies y/o cultivares se asuma en función de la disponibilidad de los compuestos químicos, y de acuerdo a las necesidades que tiene cada forrajera tomar las medidas para eliminar o atenuar su faltante.
Un aspecto central, antes de indicar los niveles de los compuestos necesarios para el desarrollo normal de cada forrajera, es tener en cuenta el pH del entorno edáfico. El pH es una medida de acidez o alcalinidad de la solución del suelo, siendo 7 la neutralidad y por debajo de este valor son ácidos y por arriba alcalinos. Señala la concentración de iones H+ en la solución y la sigla pH significa potencial de hidrógeno y se define como el logaritmo negativo de base 10 de la actividad de los iones H+. Es fundamental, porque determina si los nutrientes están o no disponibles para las plantas y ellos difieren en el pH, ya que para su absorción los macro (N, K, Ca, P, S, y Mg) y el micro Mo son bien utilizables con pH superiores a 5,5, en cambio algunos micros (Fe, Mn, Bo, Cu y Zn) están aprovechables con niveles de pH bajos. Además el mutualismo Ensifer meliloti/alfalfa no prospera en forma adecuada por debajo de 5,7. El pH (suelo: agua; 1:2,5) es: muy bajo < 5,5; bajo 5,5-6 ; intermedio-bajo 6-7 intermedio-alto 7-8 ; alto 8-8,5 muy alto 8,5-9 y alto extremo > 9. La festuca alta, el raigrás anual y el lotus tenuis prosperan de manera aceptable con pH intermedio a alto y el agropiro alargado y los melilotus o tréboles de olor con pH muy alto y aún con más de 9.
El total de sales suele no ser importante, por su ausencia, en los mejores lotes agrícolas, pero es clave en los ganaderos. Por ejemplo, si hay sales conviene sembrar cebada y no otro VI o cultivares tolerantes de alfalfa. Se mide a través de la conductividad eléctrica (CE) en decisiemens (ds)/m (antes mmhos/cm, que es lo mismo). Es baja o normal de 0-0, 5; alta ligera 0,5-1; alta 1-2; muy alta 2-4 y alta extrema > 4 ds/m. El Na es muy bajo < 50 mg/kg (< 0,2 cmol/kg); bajo 50-100 mg/kg (0,2-0,4 cmol/kg); medio 100-180 mg/kg (0,5-0,8 cmol/kg) y alto 180 mg/kg (> 0,8 cmol/kg). El PSI {porcentaje de sodio intercambiable= [Na +]/[K+] + [ Ca++ ] + [Mg++] + [Na +] x 100} o PSI = [Na+]/CIC x 100. Se lo considera sódico con ≥ 15 % sodio intercambiable. Otra alternativa de valoración es: no sódico con PSI < 7 %; sódico leve con PSI 7-15 %; sódico moderado con PSI 15-20%; sódico fuerte con PSI 20-30% y sódico extremo con PSI > 30%. La festuca alta y el lotus tenuis prospera en forma adecuada con pH 7-8, muy alta CE y con PSI hasta 15%, en cambio el agropiro alargado y los melilotus o tréboles de olor con pH alto y aún muy alto y alta extrema CE (más > 4 ds/m) y PSI > 20 %.
El carbono (la MO tiene como media 58% de C o la MO = C x 1,724) es otro elemento central en el ambiente edáfico, dado que actúa como regulador o “buffer” de los procesos que ocurren en la rizósfera. La MO es extrema de insuficiente con < 1; muy insuficiente 1-2; insuficiente 2-2,5; media 2,5-3,5 y alta > 3,5 % (o lo que es lo mismo el C está muy mal provisto < 12; mal provisto 12-14; algo bien provisto 14-18; bien provisto 18-22 y muy bien provisto > 22 g/kg). El N total (Nt) es mínimo < 1; bajo 1-15; medio 15-20 y alto > 20 g/kg. El S es exiguo < 6; medio 6-10 y alto > 10 mg/kg y está muy relacionado a la MO, siendo poco sensible el análisis de laboratorio a la necesidad de la fertilización, salvo en suelos de textura gruesa y muy escasos de materia orgánica. La cebadilla criolla y el falaris bulbosa, dentro de las gramíneas, son las más exigentes en necesidades de fertilidad y requieren tierras bien provistas de MO y Nt.
El K es muy escaso con < 50 mg/kg (< 0,13 cmol/kg); escaso 51-100 mg/kg (0,13-0,26 cmol/kg); escaso leve 100-150 mg/kg (0,27-0,38 cmol/kg); abundante leve 150-300 mg/kg (0,38-0,76 cmol/kg) y abundante > 300 mg/kg ( > 0,38 cmol/kg). Los niveles de K son adecuados en la región pampeana, aunque comienzan a estar en el límite en la mesopotamia.
ING. AGR. Oscar Bertín